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El discurso de Gettysburg

El discurso pronunciado el 19 de noviembre de 1863, pocos meses después de la batalla de Gettysburg manuscrito de puño y letra del presidente Abraham Lincoln está en la historia grande de la comunicación. Son pocas palabras que han resonado y resuenan en Estados Unidos desde entonces.
La comunicación es la piedra angular de la sociedad postmoderna, también lo era en esos tiempos de Guerra Civil en la joven nación americana.

El famoso escrito solo tiene un error, aunque grande :  "el mundo notará poco, ni mucho tiempo recordará lo que decimos aquí"

Una anécdota: Ese dia se celebraba un homenaje en el Cementerio Nacional del Soldado en Gettyisburg con varias intervenciones, la más esperada era la de Edward Everett diplómatico y definido como el mejor orador de la época, su speech duró casi tres horas y 13500 palabras, Lincoln solo necesitó 300 y dos minutos para crear el alma de una Nación...

Traducción Integra
Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.
Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como último lugar de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado ya muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restarle algo. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que, de estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad.
Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra.