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Diario de una investigación en El Ejido


El municipio almeriense de El Ejido es para urbanistas, economistas, sociólogos y otros profesionales, un fabuloso laboratorio en el que investigar y diseccionar una realidad postmoderna. Un vertiginoso desarrollo ha convertido a esta zona en una de las más prosperas de España; su población ha aumentado de manera considerable en las últimas décadas. De 29.600 personas en 1981, a más de 85.000 en la actualidad.

La estructura, ni mucho menos, es homogénea. Su territorio está compuesto por diversas unidades poblacionales que distan varios kilómetros entre sí. Nomenclátor de población.

Esta dispersión dota a las investigaciones y análisis de una considerable riqueza de matices. Cada unidad cuenta con sus propias características, en algunos casos muy diferentes entre ellas; de la residencial y turística Almerimar al alejado San Agustín. La separación física con el núcleo principal introduce la identidad colectiva y el sentido de pertenencia como variables imprescindibles. En definitiva, un cóctel de factores de gran interés para el científico social.

En nuestra etapa de estudiantes de Sociología habíamos participado como encuestadores rasos en algunos estudios en El Ejido. Esos primeros trabajos de campo nos permitieron conocer de primera mano la zona, sus gentes, y aprender para el futuro.

Y el futuro llegó. Un grupo de compañeros sociólogos nos propusimos un gran reto. Realizar esta vez -con pocos medios y mucha ilusión- nuestro propio estudio electoral. A la conocida complejidad y diversidad de este “Atapuerca social” se sumaba la más rabiosa actualidad. El alcalde del municipio, Juan Enciso,  estaba imputado en la llamada “Operación poniente”. Las elecciones,  a pocos meses vista y una gran incertidumbre sobre el posicionamiento de una ciudadanía, hasta ese momento fiel a su alcalde, ya hubiese sido cabeza de  lista del PP o del PAL, como en las elecciones de 2007. Era el momento adecuado de entrar en escena, era nuestro momento.

La encuesta sería presencial. Descartamos inmediatamente los cantos de sirena de las rápidas pero encorsetadas entrevistas telefónicas,  son como las hamburguesas de una gran superficie, tan solo quitan el hambre.
El siguiente paso, el definir la muestra. Realizaríamos un muestreo aleatorio estratificado con afijación proporcional. Debíamos tener en cuenta el sexo, los grupos de edad y la distribución geográfica. Dado lo incierto de la situación, teníamos que afinar al máximo  y, por tanto, reducir el margen de error dentro de nuestras posibilidades. Finalmente la muestra quedó en algo más de 700 personas. Una muestra no es buena por su tamaño, sino por su buena composición y sobre todo por su ejecución. El método de las rutas aleatorias nos guiaría en las largas jornadas de la parte más importante de cualquier estudio: el trabajo de campo.

Pero nosotros no íbamos a hacer una encuesta cualquiera. Queríamos algo más. No se trataba de que nos respondieran solo unas preguntas, queríamos hablar con la gente, que nos contaran sus inquietudes más allá de lo que el guión del cuestionario indicaba. El objetivo era realizar un estudio con alma, mirando a la gente a los ojos, no tratarlos como individuos sino como personas con opinión. La ciudadanía de El Ejido está muy acostumbrada a que hablen de ella, pero pocas veces con ella. Nosotros, un grupo de profesionales de las Ciencias Sociales, estábamos dispuestos a escucharla y a analizar lo que nos quería decir. Comenzábamos un estudio cuantitativo en la forma y en la base pero con el objetivo de que lo cualitativo se colase dando luz allí donde los números no llegan. “Cualquier cosa que nos digan aunque no sea una respuesta concreta al cuestionario nos vale, todo vale”. A menudo los investigadores se asustan con las preguntas abiertas, por la dificultad a la hora de codificar, pero son mis favoritas, dan riqueza y matices imprescindibles a la investigación.

Tras una ardua preparación preliminar, todo empezó… Llegó la hora de la verdad.
Tras las primeras horas de trabajo de campo algo empezaba a llamar nuestra atención. Eramos conscientes de que algo se estaba moviendo en El Ejido, algo que podría cambiar el rumbo del municipio y que quizá muchos no esperaban en ese momento…

Continuará…