Después
del primer día de trabajo de campo, en la reunión de cierre de jornada algunas
cosas quedaban claras. El PAL estaba condenado y la fecha de ejecución de la
sentencia, el día de las elecciones. Insultos de todo tipo regaban las entrevistas
en el momento de poner nota a cada uno
de los candidatos, y llegado el turno de Juan Enciso, algunos a gritos buscando
ser escuchados por todos y otros en voz baja, más temerosos, pero igualmente
contundentes. Decepción, hartazgo y una profunda desilusión por un alcalde que
debía de haber dimitido, según la opinión mayoritaria de los ejidenses. Con más
de un 70 por ciento de las respuestas se consolidaba un apabullante “sí” a la
pregunta sobre la conveniencia o no de la dimisión del alcalde.
Y
en este escenario se presentaba un interrogante: ¿A dónde iría el voto
encisista? La respuesta, de enorme
relevancia, debíamos buscarla paso a paso.
En
el núcleo de San Agustín otra circunstancia presidía cada entrevista, la sensación de abandono con respecto a otros
núcleos. La seguridad ciudadana y los accesos al núcleo eran tratados
constantemente por los vecinos. Un aspecto a tener en cuenta, la referencia a
El Ejido en tercera persona. El hecho de ser un núcleo de población alejado
complica el sentimiento de pertenencia e identidad y, aunque no supone un
problema a corto plazo, resultará interesante ver cómo ello afecta -con el paso
del tiempo- a esa pequeña semilla que, sin lugar a dudas, está creciendo en el
lugar. Los responsables municipales deberían tener muy presente este factor.
En
los primeros días de trabajo varios asuntos asomaban como preocupación de los
ejidenses, la inmigración, la corrupción y el paro copaban las respuestas,
aunque muchos al referirse al desempleo
pensaban en sus hijos y en sus estudios, “porque aquí con la agricultura
vamos tirando medianamente bien, aunque ¡uf! los precios nos están
fastidiando”.
Las
maratonianas jornadas no terminaban después de realizar el último cuestionario.
Tras la cena nos reuníamos para cerrar el dia, poner en común situaciones y
anécdotas y, sobre todo, coordinar la jornada siguiente. También comenzar el
proceso de codificación de los datos mediante software de gestión estadística,
un proceso nada sencillo porque las preguntas abiertas son complicadas de
gestionar, aunque aportan mucho a un estudio.
Algo
quedó claro en esa charla, nadie iba a aprobar en valoración, ninguno llegaba a
4, la desconfianza en los políticos era grande, incluso el candidato de la lista
que más apoyos estaba recibiendo no era especialmente bien puntuado, ni por
aquellos que lo votarían.
Algo
importante nos decían las respuestas del cuestionario y las notas
complementarias: al PSOE se le achacaba –incluidos los que se declaraban
simpatizantes- la tibieza con el PAL: “Guadalupe los ha apoyado”, “el PSOE ha
sido muy blando con todo lo que ha ocurrido”, “es una pena haber dejado escapar
la oportunidad, debería ser más dura con Enciso”.
En
Las Norias nos encontramos a un vecino que nos respondió mucho más que al
simple cuestionario. Decía que seguía la información local a través de
Internet, concretamente de las notificaciones publicadas en la página del
Ayuntamiento; se quejaba de que todo lo que se decía de El Ejido desde dentro y
sobre todo desde fuera, estaba impregnado de desconocimiento y con el objetivo
de hacer daño. No simpatizaba con ninguna fuerza política, tenía para todos:
“mira Enciso y Alemán con sus familias y otros empresarios de fuera llevan
haciendo lo que les da la gana durante años, Góngora formaba parte del equipo
así que no está en posición de ser una opción nueva, Guadalupe es floja y
además pactaron para Diputación, como ves todo un desastre”. El individuo
estaba recién llegado de trabajar, al momento un amigo se sumó al improvisado
debate, le acababan de robar en el invernadero y se quejaba de la inseguridad y
la falta de contundencia de las autoridades: “He tenido un juicio, me cuesta
mucho dinero, además debo arreglar el roto y no me ofrecen garantías, la mejor
opción es defender mi terreno yo mismo como sea”, comentaba. El debate
transcurría desde la desconfianza en el futuro y el recuerdo del pasado: “desde
mi terraza hice lo que pude con todos los altercados de hace 10 años, la cosa
se puso fea”.
La
situación de la Balsa del Sapo salía a relucir en cada conversación, la
gente definitivamente tenía ganas de
hablar, aunque no todos. Algunos guardaban silencio y rechazaban intervenir,
solo un escueto “todo lo que dicen es falso, hasta que la jueza no diga lo
contrario es inocente”. Se referían claro está al alcalde. Otros, los que
abiertamente mostraban su apoyo al PAL remataban con una frase muy repetida
esos días de trabajo por las entrañas del municipio del poniente almeriense:
“ha hecho mucho por el pueblo”.
Los
días pasaban y el estudio se llenaba poco a poco de matices, cada núcleo
aportaba sus peculiaridades y una visión específica de algunas circunstancias.
El
equipo de trabajo desplegado estaba bien de fuerzas y con las mismas ganas de
seguir siendo el altavoz de unas gentes con mucho que decir.
La
coordinación seguía siendo clave en un territorio disperso y complejo, pero ese
era el reto por el que habíamos venido.
Algo
aparecía como imprescindible en esos días de recolección, codificación y
análisis de datos. Se trataba de desmenuzar el antiguo voto recibido por el
PAL. Podíamos tener entre manos una caída histórica en un fuerza política pocas
veces vista en democracia y no bastaba una simple pregunta o una respuesta,
había que cruzar muchas variables, comparar y ser cuidadosos, analizar cada
dato; la calidad de resultado final dependía de ese aspecto, se trataba de
utilizar el bisturí con delicadeza y operar a corazón abierto… Y eso hicimos…
Continuará.